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16/12/2020

Así es la vida de un cacaocultor en Colombia

De la semilla de cacao al producto final, muchas manos participan en esta gran cadena agro-productiva. El esfuerzo y los conocimientos de los agricultores de cacao son el primer paso, el primer secreto detrás de la calidad de Luker Chocolate.

Catorce años atrás, Aldemar Guzmán caminó por primera vez sobre la tierra a la que le dedicaría el resto de sus días. Cada uno del resto de sus días y todavía le quedan muchos más.

Le gustó la parcela: buen clima y buena tierra a 20 minutos en bicicleta desde su casa en el municipio de Rivera, Huila. Pensó de inmediato que ahí podría poner a prueba todo lo que aprendió de su abuelo Jesús. Hoy, sobre esas 10 hectáreas que prometió cuidar y que ahora están llenas de cacao, no se cansa de repetir una palabra: ‘gracias’.

 

“Yo estudié gracias al cacao. La hermosa casa que tengo envidia de más de uno es gracias al cacao. Mis amigos son gracias al cacao. Todo lo que he aprendido, todo lo que he conocido, es gracias al cacao”.

Tiene 58 años. Su hijo mayor, Nicolás, estudia Medicina en la Universidad Surcolombiana, en Neiva. Su hijo menor, Felix Andrés, está comenzando Ingeniería Civil en la Universidad de los Andes, en Bogotá. “Desde niños aprendieron con el ejemplo que con una actitud positiva todo se puede realizar. Eso también lo aprendí de mi abuelo”.

Nació en una familia de agricultores de cacao. Terminó primaria, bachillerato y luego estudió Tecnología Agropecuaria y Administración Pública. Su sueño, desde un comienzo, era tener su propio cultivo, propósito que alcanzó hace catorce años.

“Mi terreno se llama La Bonanza porque siembro todas las semillas que puedo. Son 10 hectáreas, 8 de cacao y en las otras tengo arazá, limón, naranja, coco, mandarina, zapote, aguacate, piña. Voy y siembro. Si nace, bien, si no, se vuelve y se siembra a ver qué pasa”, cuenta.

Aldemar ancho, alto, rubio desde hace un año está en la Asociación de Productores de Cacao de Rivera, Huila, Asoprocar, uno de los proveedores de Luker Chocolate. Ahora bien, la relación del agricultor con nuestra marca viene de tiempo atrás.

Hace ocho años en alianza con organismos de cooperación, Aldemar visitó la Granja Luker, donde se capacitó en técnicas innovadoras de cultivo.

life of a Colombian cacao farmer

“Volví a La Bonanza y se puso en evidencia todo lo que nos habían enseñado. Fue realmente una gran experiencia. Me gustaría volver a ver qué tanto ha cambiado y a ver qué cosas nuevas puedo aprender”, dice.

La Granja Luker, que nació en 1962, es un centro de investigación y entrenamiento que busca que distintas asociaciones campesinas de cacaoteros tecnifiquen sus prácticas agrícolas y mejoren su productividad, lo cual se traduce en una mejor calidad de vida. Aldemar es uno más de los cerca de 30.000 cacaocultores y cultivadores provenientes de todas las regiones de Colombia que han pasado por ahí a lo largo de estos años.

Por otro lado, en la Granja Luker se ofrece material vegetal a los pequeños productores, con un subsidio de 20% sobre la compra para proyectos nuevos o para resiembra. Con esto, los agricultores pueden actualizar sus cultivos con variedades de cacao fino de aroma de alta calidad y productividad, y además reciben la ayuda de un equipo técnico de ingenieros agrónomos de Luker Chocolate que viaja por Colombia.

Aldemar sale de su casa todos los días antes de las seis de la mañana. Desayuna bizcochos horneados por él con una taza de chocolate, preferiblemente hecho con leche de vaca. Pedalea durante 20 minutos y luego se pone manos a la obra. Si es tiempo de cosecha, solo se dedica a eso. Si no, poda, riega, limpia, está ahí. A mediodía está de vuelta en su casa, almuerza y a las tres de la tarde va a ayudarle a su esposa Nohora en la tienda que tienen en el centro de Rivera. Así son sus días.

producers of cocoa Colombia

“El cacao es un cultivo muy agradecido: si uno lo cuida, este siempre responde dice. Yo antes era muy acelerado, pero el tiempo le enseña a uno. Ahora soy una persona más tranquila, me gusta hacer bromas por ahí, como un güipa, que es como le decimos a los niños aquí. Antes me estresaba, ahora le mamo gallo al estrés”.

Durante ese período de tiempo, sumado a los hitos y actividades planeadas, se busca alcanzar cinco resultados estratégicos para el año 2030:

 

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